A lo largo de 2019 se solicitaron en España 3.599 separaciones. Se trata, por tanto, de una demanda relativamente frecuente. Su objetivo es interrumpir la convivencia, sin llegar a disolver el vínculo matrimonial.
Muchas veces las separaciones representan un paso previo al divorcio, ya que sus efectos son menores y, por tanto, es más fácil revertir la situación. Si la pareja vuelve a encontrar la forma de convivir armoniosamente podrá reconciliarse.
En caso contrario, podrá mantener la situación de separación o concluir el matrimonio mediante el divorcio.
Pero, ¿qué sabemos sobre la separación? ¿Es esta la mejor forma de gestionar nuestra crisis matrimonial? ¿Qué efectos tiene sobre nuestro núcleo familiar y nuestro patrimonio?
Hace poco explicamos las diferencias entre la separación y el divorcio. A modo de resumen destacamos que:
Por supuesto, algunos de los efectos de las separaciones y los divorcios son comunes. Así, tras la separación se interrumpe no solo la convivencia sino también el régimen de gananciales, si resultaba aplicable.
Además habrá que regular la nueva situación mediante una sentencia o un convenio regulador, cuestión especialmente importante cuando existen hijos menores o patrimonio en común.
Tanto la separación como el divorcio son respuestas a una crisis matrimonial. Pero el alcance de una medida y la otra difiere. Por eso conviene consultar el caso particular con un abogado de familia antes de tomar la decisión.
En general, la separación resulta más conveniente en aquellos casos en que existe posibilidad de reconciliarse. Volver a la “normalidad” conyugal será más sencillo si no hemos llegado a romper el vínculo matrimonial.
Pero esta no es una opción viable si, por ejemplo, pensamos contraer matrimonio con otra persona. Y por eso es importante analizar cada caso por separado. En cualquier caso, las consecuencias jurídicas derivadas de una separación o divorcio son muy similares. Incluso el proceso a tramitar es prácticamente idéntico.
Como ocurre con los divorcios, a la hora de tramitar nuestra separación tenemos dos opciones: la notarial y la judicial.
La vía notarial es la más rápida, económica y efectiva. Sin embargo requiere el acuerdo entre las partes y la ausencia de hijos menores. Si la pareja tiene hijos menores el Ministerio Fiscal deberá intervenir en el proceso para asegurarse de que se respeta su interés superior. Por eso las separaciones con hijos deben llevarse a los Tribunales.
La vía judicial es más compleja que la notarial, aunque presenta dos modalidades:
Si los cónyuges han llegado a un acuerdo se tratará de un trámite relativamente sencillo. Lo más probable es que si se llega a los Tribunales habiendo acuerdo sea porque hay hijos menores, así que el proceso se limitará a verificar que se respetan los derechos de todos los involucrados.
Si no han llegado a un acuerdo habrá que tramitar un proceso contencioso, que será mucho más complejo, caro y lento, especialmente si hay menores involucrados. Cuando la separación pueda afectar a los menores se deberán adoptar medidas cautelares, que se revisarán una vez adquiera firmeza la separación. En la práctica, esto supone que se celebren dos juicios, por lo que el proceso puede alargarse un año e incluso más.
Las consecuencias comunes a todas las separaciones son:
Fuera de estos rasgos comunes, a la hora de separarnos deberemos establecer el resto de consecuencias jurídicas. Estas son, al menos, las recogidas en el artículo 90 del Código Civil, que incluyen:
Todas estas cuestiones deben regularse a la hora de separarse. Esta regulación se puede hacer en un convenio regulador (si hay acuerdo entre los cónyuges) o en la sentencia de separación.
De modo que solo llegando a un acuerdo los cónyuges tendrán pleno control sobre las consecuencias de su separación. En caso de que tenga que decidir un juez, las consecuencias de la ruptura podrían escapar del control de las partes.
Modificar las medidas aplicables a las separaciones, recogidas en la sentencia o convenio, suele ser complejo. Sin embargo, no es imposible. La reconciliación o un cambio sustancial en las circunstancias que se tuvieron en cuenta a la hora de determinar las consecuencias de la separación podrían dar lugar a la modificación de estas medidas.
De nuevo, la asistencia de abogados matrimonialistas será clave para solicitar con éxito esta modificación. Pero debido a los costes (temporales, económicos y emocionales) asociados a estas modificaciones, lo más recomendable es buscar un acuerdo equitativo, realista y con vocación de permanencia desde el primer momento.
En definitiva, estas son las claves de las separaciones. La asistencia jurídica especializada es fundamental para garantizar los intereses y derechos de las partes. Además, tratándose de cuestiones matrimoniales va a ser imprescindible cierta dosis de empatía, para encontrar soluciones legales satisfactorias que velen por la salud de las relaciones familiares.